20 años como empresaria, dan para mucho.
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En el mundo de los negocios, el tiempo pasa muy deprisa y la curva de aprendizaje, se acelera por pura necesidad.
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En 20 años puedes descubrir que tu proyecto tiene potencial para ser más grande.
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Puedes ilusionarte, tirar la toalla y arrancar de nuevo para salir más reforzada que nunca.
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20 años de aprendizaje a sus espaldas son los que lleva María Gil.
Abrió con mucha ilusión su estudio de arquitectura en el año 2000, pero en 2007 decidió darle la vuelta por completo.
Enfocarse a la neuroarquitectura y mejorar la calidad de vida de los demás, es todo un reto.
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Su percepción del negocio ha cambiado, el mercado ha evolucionado y ella misma ha crecido por dentro.
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Así que, lo lógico era que su marca creciera también.
Ahora sus dos pasiones, la salud y el diseño, están totalmente integradas en la marca.
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Con los años, es importante pararse a definir de nuevo quién eres, quién es tu cliente actual y cómo ha cambiado tu empresa.
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María lo ha hecho en este momento y ahora está preparada para cumplir, por lo menos, otros 20 años más de aventuras.
Hay emprendedoras que quieren conseguir algo más allá de vivir de su profesión y tener un negocio rentable.
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Quieren dejar un legado, cumplir un sueño, que su trabajo pueda ayudar e inspirar a otros.
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María Gil es una de estas personas.
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Después de 20 años dedicados a su estudio de arquitectura, ella no se conforma.
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Quiere crear un impacto en el mundo del diseño y dar a conocer el concepto de neuroarquitectura.
Una nueva forma de ver los espacios, combinándolos con técnicas que ayudan a nuestra salud y bienestar.
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Porque el diseño y la ciencia pueden no estar reñidos.
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Así lo ve María y así lo vi claro yo también, cuando me puse manos a la obra con el diseño de su marca.
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El tablero de inspiración sobre el que trabajé nos traslada a un lugar cómodo y lleno de vida, muy alineado con la filosofía de María.
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El tono verde oscuro aporta elegancia, sofisticación y lujo. Además, se relaciona con la naturaleza, la salud y la vida.
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Por otro lado, los colores más vivos aportan energía, alegría y calidez. Nos hacen sentirnos en nuestra casa, nuestro hogar.
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Y eso es justamente lo que busca María: crear espacios llenos de vida y hogares que cuidan la salud y el bienestar.